8 de diciembre de 2006

A TRES AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE AZKINTUWE
Junto al lafkenmapu

Cada día que transcurre, más y más ciudadanos mapuche se sienten con el derecho de expresar su opinión, así como aceptar también ser opinados, en un proceso de democratización de la palabra del cual nos sentimos parte. Hoy, la existencia de medios de comunicación, la generación de corrientes de opinión, la apertura de debates, contrasta con añejas formas de ejercer el derecho a disentir.

Por Wladimir PAINEMAL* / Periódico Azkintuwe Nº 22


Los medios de comunicación producen cambios culturales. Azkintuwe no oculta su intención de generarlos, allí donde hoy sigue campeando la intolerancia, los prejuicios y las imágenes preconcebidas respecto de lo que somos.

Celebramos con esta edición tres años de labor, buscando mejorar nuestras capacidades y estableciendo alianzas con diversos sectores que entienden la importancia de la libertad de expresión y el derecho a estar informados.

Fue en la ciudad de Puerto Saavedra, junto a la majestuosidad del Lafkenmapu, donde por primera vez nos planteamos la idea de publicar Azkintuwe. Corría el año 2003 y varios nos debatíamos entre la militancia política, los estudios universitarios y una pregunta que recién hoy pareciera acercarse a una respuesta: ¿Cómo compatibilizar nuestro compromiso social, nuestras ansias de ser parte del movimiento mapuche, con aquellas capacidades profesionales adquiridas en nuestro paso por las aulas de estudio?

Un medioambiente a ratos hostil hacia aquellos que apostaban por el denominado "conocimiento winka" no hacia más fácil el poder encontrar una respuesta a tamaño dilema existencial. Estas y muchas otras interrogantes charlamos allí, a orillas del Pacífico, en la costa oeste del Wallmapu. No recuerdo como fue exactamente, pero en algún momento alguien comentó la idea de un espacio donde pudiéramos detenernos a reflexionar. Mirarnos y mirar. Observarnos y observar. En resumen, alguien habló de un Azkintuwe.

Por aquellos días, el periodismo ganaba estratégicas cabezas de playa entre nosotros, ya sea como habituales lectores de la prensa nacional e internacional, o bien como aprendices de redactores y analistas de nuestra realidad. Y así, de un momento a otro, nos vimos entusiasmados con la idea de levantar un periódico donde el debate, la información de calidad y la generación de opinión constituyeran sus principales objetivos. Un medio con la mirada puesta en el presente y en el futuro de nuestro Pueblo, puesto que el pasado nos incomodaba por su aroma de museo y estética de feria indígena costumbrista.

Repasando tres años de labor comunicacional, podemos decir que este fue quizás nuestro mayor atrevimiento y también nuestra principal derrota. Y enhorabuena, pues a medida que transitamos por ese camino de observar y observarnos, de reconocernos también en las miradas de los otros, aprendimos a reconciliarnos con ese otro pasado de nuestro Pueblo, aquel plagado de dignidad, así como también de éxitos y fracasos, de alegrías y tristezas, que constituyen un legado que nos ha hecho madurar y crecer. Todo lo que somos se lo debemos a los que fueron ayer. He ahí una de las grandes lecciones aprendidas.

Los medios de comunicación producen cambios culturales en toda sociedad. Azkintuwe no oculta su intención de generarlos, allí donde hoy sigue campeando la intolerancia, los prejuicios y las imágenes preconcebidas respecto de lo que somos y lo que aspiramos llegar a ser. Esta sea quizás una de las batallas mas desafiantes que nos hemos propuesto como medio de comunicación, lograr hacer frente al permanente bombardeo de estereotipos y categorizaciones que asocian de buenas a primeras a los mapuche con la violencia y el terrorismo; con lo rural y lo campesino; con lo marginal y la contracultura; con lo revolucionario y aquellas utopías exportadas de otros tiempos y realidades, dejando -en cualquiera de estos casos- relegada en las sombras a parte importante de nuestra sociedad nacional.

Nos referimos al mapuche de a pie, aquel peñi o lamngen profesional, urbano, obrero, estudiante, poblador, campesino o asalariado; cristiano, bahai o simplemente agnóstico; simpatizante de centro, izquierda y porque no decirlo, tal vez de derecha, con sus contradicciones a flor de piel, cargando pequeñas luchas cotidianas, intereses diversos y particulares visiones de lo que significa hoy ser "gente de la tierra". En tres años de labor, los trabajos publicados en Azkintuwe han ido mostrando retazos de aquella variopinta diversidad que nos compone y que nos diferencia de un regimiento, aquel espacio donde todos piensan lo mismo y cualquier atisbo de librepensamiento es combatido sin contemplación.

Decimos con orgullo que cada día que transcurre, más y más ciudadanos mapuche se sienten con el derecho de expresar su opinión, así como aceptar también ser opinados, en un proceso de democratización de la palabra del cual nos sentimos parte. Hoy, la existencia de diversos medios de comunicación, sean estos radiales, digitales, impresos o televisivos, la generación de corrientes de opinión, la apertura de debates, contrasta felizmente con añejas formas de hacer política o de ejercer el derecho a disentir y que algunos confunden aún con la descalificación personal desde el anonimato. Formas que persisten, pero que de a poco se baten en retirada.

Los mapuche de hoy no somos los mismos de hace veinte, treinta o cincuenta años atrás. Nuestra sociedad no es la misma que conocieron nuestros abuelos y por la cual estuvieron dispuestos a morir o a pactar, dependiendo de ellos y sus particulares circunstancias. Nuevos escenarios de lucha asoman en el horizonte y como periódico apostamos porque la flecha de la información siga recorriendo los puntos más diversos de nuestro territorio ancestral, divido artificialmente por fronteras estatales, provinciales y comunales, en ambos lados de aquella gran cordillera que más que separarnos, nos comunica y nos hermana.

Celebramos con esta edición tres años de labor, buscando mejorar nuestras capacidades y estableciendo alianzas con diversos sectores que entienden la importancia de la libertad de expresión y el derecho de nuestra gente a estar informados. En este camino nos hemos encontrado con diversos hermanos de Pueblo, organizaciones sociales, comunitarias, estudiantiles, territoriales y de la sociedad civil, en un proceso de retroalimentación que nos ha permitido enriquecer no solo nuestra misión institucional, sino además ampliar aquellas visiones parciales de nuestra realidad que todos y cada uno teníamos al partir.

En este punto, solo nos cabe saludar a cada uno de los lectores, que desde lejanas latitudes y fuera de nuestras fronteras, nos instan a seguir laburando al comprar un ejemplar del periódico, haciéndolo circular de mano en mano, fotocopiando sus páginas y ediciones digitales, transformando su contenido en útiles herramientas de conocimiento, reflexión y reencuentro. A todos quienes ven en Azkintuwe más que un puñado de hojas impresas, un espejo desde el cual reflejarnos colectivamente, agradecemos sus palabras y su complicidad.

Nuestra labor la desarrollamos pensando en ellos, así como en todos aquellos hermanos aun no convencidos del todo, en aquellos que dudan, que cuestionan y encuentran cada día solo nuevas interrogantes como respuestas. Esperamos que en nuestras páginas, garabateadas de esperanza, encuentren algo de lo que buscan. Vaya el mismo mensaje para nuestros hermanos chilenos y argentinos, interesados en nuestra realidad, que se conmueven con esta lucha de siglos y que aspiran a construir sociedades más respetuosas, tolerantes y amigables para todos / Azkintuwe

* Subdirector de Azkintuwe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajj Bladimir Paineal hablando de tolerancia